Ayer fue el segundo cara a cara antes de las presidenciales de noviembre entre Hillary Clinton y Donald Trump. ¿Quien ganó? probablemente nadie. ¿Quien perdió? el mundo entero.
Sigo manteniendo que en las presidenciales estadounidenses deberíamos votar el resto del mundo. O al menos, aquellos países en los que hay bases americanas, ya que formamos parte del imperio, y nos vemos directamente afectados por sus decisiones de todo tipo (económicas,TTIP, militares, 11M,...). Quién sea presidente nos afecta.
Y podría llegar a serlo el magnate (o mangante) Donald Trump, que va de que él no es político, a pesar de haber contribuido a campañas de candidatos demócratas y republicanos (incluida Hillary Clinton) durante años para ejercer influencia sobre políticas fiscales. Ahora acusa a Hillary de, básicamente, haber cogido su dinero y el de otros multimillonarios, y dejarle evadir impuestos, de lo que alardea en cada debate. Ahora quiere ser presidente para concederse a sí mismo el recorte fiscal más grande de la historia.
George W. Bush hizo un gran recorte fiscal para los super-ricos, que llevó a que invirtieran todo en la bolsa-casino y crearan la super-burbuja inmobiliaria en EEUU y la "crísis" del 2008. Un colapso absoluto. El plan de Trump es multiplicar por tres esos recortes fiscales, derogar la (mínima) cobertura sanitaria que Obama pudo conseguir en 8 años y volver a darle todo el pastel de la sanidad a compañias privadas...Mientras tanto, alardea de que va a meter a Hillary en la cárcel y ser amigo de Vladimir Putin y de Rusia, mientras entre todos destrozan Siría y causan la crisis de refugiados más grande desde la II Guerra Mundial.
Pero es que Hillary Clinton no es mejor. Es una de las candidatas más preparadas de la historia (en contraste con Trump, que sin duda es el menos preparado). Abogada prestigiosa (representó a Wal Mart en contra de sus trabajadores), primera dama durante 8 años (en los que sufrió en sus carnes las infidelidades de Bill), senadora (votó a favor de la desastrosa guerra de Irak), candidata en 2008 (cuando jugó tan sucio como Trump hace ahora, cayendo ante un imparable Barack Obama), y Secretaria de Estado, posición desde la cual envió y recibió emails Top Secret desde una cuenta de email privada. Todo ello aderezado por múltiples (y muy dudosas) acusaciones de asesinato, corrupción...
Si hubiera que hacer la comparación con España, Hillary Clinton sería Rita Barberá, y Donald Trump sería Jesús Gil. Imaginaros tener que escoger aquí entre esos dos, pero no solo para Presidente del Gobierno, sino también para Jefe de Estado, ya que el Presidente de EEUU aúna jefe de ejecutivo y estado....Difícil...muy, muy difícil...
Una vez descabalgado Bernie Sanders, un caso excepcional en el que un candidato auténticamente progresista llega tan lejos en la carrera presidencial (y cuya semilla volverá en el futuro), la decisión es entre una candidata (eso sí, mujer) del más puro establishment político y empresarial, y un magnate dudosísimo tanto en su vida pública como privada...Susto o muerte. Yo preferiría el susto de Clinton a dejar en manos de un tipo claramente demente los códigos nucleares.
Trump acusa a Hillary de ser una política corrupta. Lo que no dice es que él es el corruptor. Que haya llegado tan lejos es tan inexplicable como que en España el PP tenga ocho millones de votos. Lo que está claro es que si no hay sorpresas de última hora (una enfermedad más grave de Clinton, o nuevas revelaciones de agresiones sexuales de Trump), uno de ellos ocupará el cargo político que acumula más poder en el mundo. Será emperador de occidente. Agarrémonos pues, que vienen (más) curvas.